viernes, 22 de marzo de 2013

"El arpa de hierba"

Para mí, los libros son como las personas: buenos o malos, siempre te dejan algo positivo cuando pasan por tu vida. "El arpa de hierba" es una historia sumamente simple, pero llena del ingenio que caracteriza a Truman Capote. Tardé muchísimo en leerlo por lo dispersa y desorganizada que soy, pero menos mal que fue así; de lo contrario, nunca hubiese leído esta frase en el momento preciso:

"He leído que el pasado y el futuro son una espiral cada una cuyas vueltas contiene a la próxima y predice su forma. Quizás sea así, pero mi propia vida me ha parecido más bien una serie de círculos cerrados, de anillos que no se desarrollan con la libertad de una espiral. Para mí, pasar de uno a otro de esos círculos significa un salto, no un deslizamiento suave. Lo que me debilitaba era el intervalo entre ellos, la espera mientras no sabía hacia dónde debía saltar".

A veces ocurre que pareciera que el autor se metió en tu alma y dejó algo especialmente para ti. Cursi y todo, así lo sentí y así me siento.

jueves, 14 de marzo de 2013

De perdón y otras cosas

Y me doliste porque me gustaste. Me gustaste como me gusta el rosado o los nuggets de McDonald’s. Me gustaste como una clase cancelada o un 9,50 en la materia más jodida de todas. Me gustaste bonito, tan bonito como un atardecer o un cielo estrellado; como el Ávila cuando es iluminado por el sol o lo rodean las nubes de algodón.
Me gustaste y me vi a mí en ti. Vi lo que amo y lo que odio. Lo que deseaba y lo que temía.
Me gustaste y yo te gusté. Luego me ilusionaste y te llevaste todo en un abrir y cerrar de ojos. Huiste y me borraste como si nada hubiese sido tan bonito.
Y me dolió. ¡Maldita sea, sí que dolió! Porque aunque fueron solo meses, me gustaste bonito y cuando uno gusta bonito no hay medida temporal que valga. 
Viví de rencor e ira. Pasé a odiarte y ya no aplicaba la palabra bonito. Te deseé mal y te miraba con desprecio. Te odié como odié al pescado la primera vez que lo probé. Te odié como se odian las matemáticas. Te odié como el calor y el sudor.
Pero la ira se fue y el dolor también. Ahora sé que nada fue por mal. Que todo fue un error. Quizás si hubiese llegado en otro momento… Ya no importa. Huiste porque no sabías qué hacer. Huiste porque yo te gustaba bonito, pero a ella la amas.
Probablemente ya no te importe, pero me complace decirte que te perdoné. Ya no me gustas bonito.
Finalmente puedo decir que te deseo el bien.